En el post anterior veíamos que las piezas claves para una buena exposición fotográfica y uno de ellas era el tiempo de exposición, también llamada velocidad de obturación.

El obturador es el dispositivo que regula el tiempo en que el objeto fotosensible va a estar expuesto a la luz, ya sea si trabajamos con película o con sensores digitales.

Existen dos tipos de obturadores:

1. El obturador central.

2. El obturador de plano focal.

Como ya sabemos las cámaras digitales compactas hacen todo el trabajo automático, solo tenemos que apretar un botoncito y listo, tenemos una foto. Pero en las réflexs digitales, que utilizan el obturador de plano focal, si es importante saber utilizarlo, aparte de permitirnos la manipulación hasta lograr una exposición correcta, también es importante para reflejar cosas en la foto tales como el movimiento.

El obturador de plano focal está situado delante del sensor, en réflex digitales y de la película en las cámaras análogas, y está formado por dos cortinillas, una de apertura y otra de cierre. Éstas se mueven en la misma dirección y primero baja una cortinilla abriendo el obturador seguido según el tiempo de exposición seleccionado, baja la segunda cortinilla cerrando el obturador que da paso a la luz al sensor.

Podemos compararlo como la llave de un grifo de agua. Mientras la llave está abierta caerá agua, de igual forma cuando el obturador este abierto dejará pasar luz, pero una vez que el balde debajo del agua esté lleno se debe de cerrar la llave, de igual forma solo se debe de dejar pasar la cantidad de luz adecuada hacia el sensor.

La velocidad de obturación se expresa en segundos y fracciones de segundo y esos valores pueden oscilar entre los 30 segundos y los 1/8000

de segundo en las mejores cámaras.

Pero, además de ser uno de los parámetros que nos permite ajustar una correcta exposición, el uso de la velocidad de obturación nos dota de un elemento compositivo que nos permitirá trasladar información adicional en nuestra foto: el movimiento.

El movimiento, a través de la velocidad de obturación, se puede congelar o quedar plasmado en la foto.

Velocidades rápidas: superiores a 1/60 segundos; el obturador permanece abierto muy poco tiempo dejando pasar menos luz hacia el elemento fotosensible. Con ellas se consigue congelar o reducir notablemente el movimiento.

Velocidad lentas: inferiores a 1/60 segundos, el obturador permanece abierto más tiempo dejando pasar más luz. Con ellas se consiguen imágenes movidas, desplazadas, otorgando mayor sensación de desplazamiento. En estas velocidades es recomendable usar un trípode para evitar que se mueva la cámara por el pulso.

Aprender a usar correctamente la velocidad de obturación se convertirá en un gran aliado a la hora de hacer fotos.

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